4 de marzo de 2013

El mundo contra la BAF

La colección de Pablo Ramírez para Muaa además de ser comercial fue original dentro del contexto y linda (no subestimemos el papel de lo bello)
A la gente le gusta quejarse de la Buenos Aires Fashion Week. Está desorganizada, los stands son un espanto, está llena de gente y todos se sobre producen son los motivos más frecuentes, pero el preferido es que las marcas son muy comerciales y no hay diseño.
El problema de la BAF no son las marcas extremadamente comerciales, a decir verdad, el nombre del evento es el padre del enojo, el hecho de estar relacionado con las grandes Semanas de la Moda pero no ofrecer diseño y originalidad real (en su gran mayoría, no me malinterpreten). Nos sentimos engañados pero la realidad es que en ningún momento nos dijeron que nuestra Fashion Week sería como la de Londres o la de París.
La BAFWeek es el máximo exponente de la democratización de la Moda: entrada paga no excluyente, desfiles que todos podemos entender, colecciones que pueden ser vistas en la calle tranquilamente y, desde hace unos pocos años, posibilidad de hacer un desfile sin tener que pagar.
Si bien me encantaría que la BAF sea más interesante para la gente de la moda, me parece interesante también poder incluir a (casi) todos en este círculo tan exclusivo como excluyente. Las personas que se sentaron en las gradas tuvieron la oportunidad de ver un desfile de diseñadores argentinos (si bien hubo marcas comerciales, todos los días hubo al menos un diseñador “independiente”), esto no pasa en el exterior, del otro lado del Atlántico, por ejemplo, el ingreso a estos eventos es con invitación. Si bien muchos no van a poder comprar las colecciones que vistieron los modelos, tuvieron la oportunidad de verlas, estuvieron un paso más cercanos al show business de la moda. Tengamos en cuenta que la moda es cultura. El hecho de permitir que cualquier ser vivo (siempre y cuando camine sobre dos patas y tenga el torso cubierto) entre en este círculo extra excluyente es una forma de impartir cultura y eso más que criticado debería ser celebrado.
Los diseñadores no quieren ir a la BAF porque se volvió comercial, la realidad es que se volvió democrática. Las semanas de la moda son comerciales por definición, no son la presentación de una colección, son oportunidades de venta. Son el momento en el que los buyers eligen qué comprar para vender en sus locales o que las clientas deciden qué guardar en sus armarios.
En vez de enojarnos con la Fashion Week deberíamos poner en cuestión el nombre del evento o alejarnos de los preconceptos y mirar las cosas desde otro lugar, uno más objetivo. Esta es la única forma de desmitificar el nombre de la moda.


Foto por Maren Henke para Lupa

2 comentarios:

  1. Coincido en que el mayor problema es en la nomenclatura. Pero creo que tiene que ver con que es un "Estilo Alcorta" enucubierto. Hace diez años, la baf era una semana de la moda como la de otros países, con la diferencia de la posibilidad de pagar la entrada y acceder siendo externo a la industria. Duraba 5 días y solo se presentaban diseñadores, sumado a más stands de diseño de autor. El evento era de dimensiones groseras si se las compara al de hoy en día. En 2008 no se realizó baf y hubo estilo alcorta de ahí en más. Pronto volvió a ser Baf "patrocinado" por el Alcorta. Fue mutando bruscamente, y con eso su público acorde. Es una oferta con nombre de otra cosa. Quizás en algún momento a alguien le sea importante volver a ganar ese espacio que tenía el diseño nacional, y se pueda volver a esos tiempos. Mientras, a los que les interesa el diseño, nos queda ese desfile por día y el semillero UBA.

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    1. Esta semana el GCBA está lanzando Ciudad de Moda. El proyecto se ve interesante, se presentan varios diseñadores, pero, como siempre, hay que ver cómo sale.
      Es innegable que los primeros BAFs eran otra cosa. Creo que fue en 2003 que vi a Dolores Barreiro caminar por una pasarela de pasto para Jazmín Chebar después de uno de los primeros shows de Varanasi, años luz. Si bien me encantaría que se recupere esto, no me parece mal que lo estrictamente comercial tenga su lugar. Veremos qué es lo que pasa con la Ciudad de Moda.

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