5 de agosto de 2012

Tradición y vanguardia



Parece que para ser blogger hay que usar (no abusar) de la primera persona. Esto no se debe tanto al egocentrismo ni al culto a la persona, sino más bien a que algunas experiencias personales merecen ser contadas. Este es el caso de lo que les voy a comentar hoy.
Hace unos meses me recetaron anteojos para las actividades de enfoque, es decir, para todo: leer, escribir, coser y dibujar, todo. Como buena fanática de los accesorios, me puse feliz y salí en busca del marco de mis sueños. Vintage, nuevo, viejo, color, negro, todas eran opciones, y como caminar es algo que disfruto, pasé por todas las tiendas que encontré. Así fue que descubrí a las chicas de La Fille aux Lunettes, una tienda online (están en Facebook nomás pero también tienen showroom) llena de marcos vintage y sin uso de marcas de primerísima linea, entre ellas Chanel, Marni y Gianfranco Ferré.
Después de la recorrida general, decidí que la relación precio-diseño no era apta para mí, de modo que, sabiendo que en unas semanas me iba de viaje, agarré un marco viejo que tenía en casa y le puse aumento.
En Londres tampoco fue fácil, las megaópticas me dan vértigo estético y las pequeñas tiendas de diseñadores no querían mostrarse. Pero una de esas fantásticas y hermosas casualidades me llevó a la puerta de Oliver Goldsmith, una tienda de familia (aunque su ambientación no lo insinúe) con más de cinco décadas de antigüedad y tres generaciones en su haber.
El local está en una calle tranquila del barrio de Notting Hill. La vidriera no es ostentosa pero sí llamativa. En el interior las paredes están empapeladas con polaroids de gente usando gafas OG, los lentes descansan en una estantería tipo grilla blanca, impecable, cada par en un rectángulo. Me atendió el marido de la dueña, nieta de Oliver, el fundador de la marca, quien además de dejarme poner y sacar modelos de la estantería, empezó a abrir y cerrar cajones con marcos que le parecían me iban a gustar y quedar bien.


El material que más trabajan en el piso de arriba (en unos párrafos les cuento qué pasa abajo) es la pasta, es decir, el típico lente de marco plástico que se usa por estos días. Cuando digo el típico hablo de la materia prima porque sus modelos de clásicos tienen muy poco. Como me dijo quien me atendió, el diseño sale de algun modelo de los 60s al cual se le modifican ciertos detalles para hacerlo más actual, se cambia el color, el corte o el tamaño. Calculo se preguntarán por qué la década del 60: el señor Goldsmith no fue un creador X, hace cincuenta años él tuvo el agrado de cubrir y cuidar los ojos de estrellas de la talla de Audrey Hepburn, Michael Caine y Grace Kelly y, como si fuera poco, diseñó piezas para desfiles de Vidal Sassoon (el peluquero que falleció a comienzos de este año), Givenchy y Dior. Es decir, Mr. Goldsmith era un peso pesado del diseño.

Esta pieza fue diseñada especialmente para un desfile de Vidal Sassoon

Si bien quedé fascinada (al igual que toda mi familia) con las gafas del primer piso, más aún con el detalle de las patillas biseladas, cuando me comentaron que en el piso de abajo estaba la sección bespoke o hecho a medida, aplaudí de la alegría. Con tan solo bajar quince escalones la atmósfera dio un giro de 180 grados. Las polaroids a color de hipsters con bigote se vieron sustituidas por un collage de cientos de fotos de revistas en blanco y negro, donde se veían modelos y artistas usando las gafas de esta tradicional y vanguardista tienda inglesa. Una pared era diferente, una gigantografía de Oliver G. con sus hijos, los tres vestidos de traje blanco con corbata oscura sonreían a la cámara rodeados de sus creaciones; a los lados de esta fotografía había lentes dispuestos uno encima del otro, todos modelos originales de los 60s.



Mientras paseábamos por el subsuelo, nuestro guía nos comentó que algunos de esos marcos sirvieron de modelo para unas gafas que le hicieron especialmente a Lady Gaga, para sorpresa de nadie estos dos modelos irreproducibles fueron hechos a mano, uno estaba bañado en cristales Swarovsky, repito A MANO, y el otro forrado en una seda pintada a mano con aspecto de encaje.
Cuando estaba por subir nuevamente la escalera vimos un maletín de cuero, ahí sucede la magia bespoke. Al abrirlo el lugar pareció convertirse en una clásica sastrería inglesa: color de cristal, con o sin espejado, con o sin degradé, color y motivo del marco, tamaño del tabique (esto implica que el lente calza tan bien como un blazer hecho a medida) y tipo de patillas, todas las opciones para que los anteojos, además de sentar bien, sean realmente personales y casi irrepetibles.



Oliver Goldsmith es una casa con décadas de innovación en su haber, describir su tienda como un lugar de tradición equivaldría a cortarle una pata a una mesa. La creatividad y la irreverencia se juntaron con calidad para hacer de esta casa una tradición inglesa de vanguardia.

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