22 de julio de 2012

La esencia es la experiencia

Entrar a Internet significa estar dispuesto a vivir experiencias nuevas. Y cuando digo experiencias nuevas no hablo de conocer el amor por primera vez o animarse a abrir nuestra intimidad a desconocidos, este entorno se trata de nuevas experiencias de uso. Internet implica cambiar nuestra forma de comunicar, de adaptarla a cada medio que usemos, es explotar al máximo todas las herramientas que la pantalla, la viralidad y la sociabilidad nos ofrecen. Por eso no entiendo cuando algunas personas buscan pasar los modos 1.0 a 2.0.
Para hacer una revista online no es necesario crear una imagen con páginas de papel virtual que hay que dar vuelta cada vez que se termina un artículo. Tampoco es necesario que un e-commerce use la vidriera como método de ventas. Estoy hablando de mi más reciente descubrimiento (perdón pero a veces llego tarde a las noticias): Imagine Fashion. Esta nuevo y celebrada plataforma virtual no se ocupa de la venta, simplemente muestra la vidriera y redirige al sitio que ofrece el producto. Es una especie de shopping online. Sin embargo, a mi parecer, está mal llevado a cabo: hacer del window shopping una herramienta es retroceder innumerable cantidad de casilleros, la tecnología ofrece mejores opciones, el tema es entender el proceso de compra, entender qué es comprar, qué es lo que gusta de comprar.
Una revista puede ser online, el tema es la calidad y tipo de información, la periodicidad y la calidad de imagen. La revista se hace con textos e imagenes, no con hojas. Lo mismo pasa cuando una persona compra ropa, consume un mundo, una marca, en este proceso la vidriera es un accesorio otra de las formas de persuadir al comprador. Entonces, a la hora de armar una web de ventas de lujo (porque el lujo es la insignia de iF) para evitar reproducir los métodos que ya conocemos la pregunta sería: ¿qué es el lujo en la web? ¿Qué consume nuestra potencial clienta?
Revolucionar la Internet no es digitalizar la realidad. Traducir experiencias de uso es la esencia del asunto.

17 de julio de 2012

Análisis e historia


Hola, Lectores y Lectoras. Hoy les voy a hablar en primera persona, no porque quiera dar una opinión personal ni mucho menos, básicamente les voy a contar una historia personal que, espero, los haga tan felices como a mí.
Para los que no me conozcan del todo me presento un poquito: soy Gaba, una pronta-a-recibirse-Diseñadora de Indumentaria. "¿Pero qué hace escribiendo entonces?", la verdad es que nunca me hice esa pregunta, fue algo bastante natural, en un momento me di cuenta de que me sentía más cómoda con la pluma que con la aguja. No me fue difícil empezar a escribir, lo difícil fue darme cuenta de qué era lo que quería hacer con la escritura: hobby o carrera. Ante esta disyuntiva le di una fría bienvenida a la famosa crisis vocacional.
La crisis es algo que se transita, se vive, viene es para quedarse con nosotros un rato. Las horas de reflexión frente a la computadora y a la máquina de coser se fueron intercalando con cursos. Cursos que dejaron de girar en torno a la costura y el dibujo y empezaron a versar más sobre la historia y el periodismo. Mientras lloraba porque no entendía qué quería hacer de mi vida (cursaba una carrera que me llevaba hasta el hastío a la vez que añoraba sentarme frente al teclado a teorizar), mi profesión se iba cristalizando sola. 
Unos meses, un año después de la primera pregunta noté que mi objetivo era escribir e investigar. En la facultad me encargaba de la redacción y el relevamiento de los trabajos grupales mientras buscaba las materias teóricas con contenidos acordes a mi decisión (que no es tan decisión, es más bien un abrir los ojos).  Pero con "elegir" no hacía mucho. Segunda etapa de la crisis vocacional: quién va a querer a una diseñadora en su medio. Señoras y señores, después de lágrimas, sudor, mails sin responder y mails con respuestas negativas, puedo decir que he conseguido entrar al mundo de los medios. Todo comenzó con un trabajo a distancia para un portal portorriqueño, Ambiente Femenino, hace un par de meses y siguió, muy felizmente, con el comienzo de mi colaboración en La Nación, más precisamente Ohlalá.
Esa es mi noticia feliz. Obviamente no me estoy despidiendo, voy a seguir escribiendo con la misma frecuencia de antes (capaz que me pongo las pilas y posteo un poco más, quién dice).  En breve sabrán más de las aventura de Gaba en los medios. Ante todo, un placer ser leída por todos ustedes.


Para hacer de este post algo un poco más divertido y menos egocéntrico, les dejo dos videos relativamente nuevos (digo relativamente porque en los tiempos de la Internet las cosas son nuevas por un par de horas). Los elegí porque ambos son de productos de belleza y, a su vez, están animados.
El protagonismo de Karl Lagerfeld en el anuncio de su colaboración con Shu Uemura afirma que hoy  la moda es un negocio que gira en torno a las personalidades (atención, no a las personas). El maquillaje no aparece más que ilustrado, insinuado, y como plus está la imagen del Kaiser. El protagonista no es el producto de belleza, lo que importa acá es la identificación de la marca y de la persona, la colaboración se prende como chinche de estas dos y el comercial no se vale de la creación, sino de quién la hizo.

Por otro lado está Guerlain, la publicidad es de un perfume, en este caso está más justificada la animación, serían bastante magos si lograran mostrarnos la esencia del perfume por YouTube. Lo que vemos en este video son dos cosas: primero que nada, la animación está de moda y segundo, el valor del perfume es lo clásico. Si bien no hay atisbos de olores (no imágenes de flores, de frutas ni de especias) sabemos qué esperar: un clásico con pocas sorpresas, dulce probablemente. Sí, en un par de imágenes podemos descifrar (o algo así) el olor de "La Petite Robe Noire": en el video tampoco hay sorpresas, una chica en París se prueba vestidos negros, recorre los lugares turísticos de la Ciudad de las Luces y, obviamente, al final se lleva al chico que le gusta. Elegancia, sensualidad y un poco de perspicacia femenina musicalizada con un tema divertido de Nancy Sinatra. Que los colores sean rosa y negro no es algo casual, más allá del nombre del perfume, el negro es un clásico de la elegancia y el rosa es el color de las chicas, se sabe.


3 de julio de 2012

La excepción a la regla

No estoy a favor de cubrir desfiles a distancia. Criticar una colección interpretando fotogramas me parece poco sincero, engañoso tal vez. Un vestido fotografiado, un meta-vestido, se presta a la confusión. La indumentaria se diseña con  el tacto y el ojo en el detalle, así debe ser apreciada. Todas las elecciones y decisiones tienen peso por sí mismas en el todo, cada costura pesa, cada tela pesa, cada pinza y volado pesan. Por eso decido no reportar desfiles seriamente si no estuve sentada cerca de la pasarela (sí comento entre amigos, por supuesto), por respeto al Diseñador.
Pero el ayer, Lunes 2 de julio, Raf Simmons mostró su primera colección de Alta Costura en Dior y creo que eso sí merece ser contado. Durante la Era Galliano, esta tradicional casa navegó por las aguas del pasado: años rememorando la década del 50, la cintura del 50 con los hombros y las faldas de los 50s, algún textil más actual se mezclaba en algunos casos, en otro la piel salía a la luz, pero lo único que se mostraba era la silueta del 50. La impronta siempre fue la misma. Mil y una veces volvía a pasar lo mismo: lindas piezas pero nada nuevo para decir, la innovación no entraba en el diccionario de John, la nostalgia por un pasado mejor era su insignia.
Después del repentino despido y la crisis por el heredero del trono apareció Raf, el minimalista, quien, al lado de Galliano El Barroco, parecía un espejismo. Tras semejante tropezon dudo que la marca estuviese lista para jugar con fuego y empezar a probar distintos diseñadores en sus más altos cargos. Si eligieron a Simmons es porque sabían que lo necesitaban.  Desde la muerte de McQueen vemos cómo las marcas cambian de creadores como una serpiente muda su piel, esto solo significa una cosa: llegó la nueva era del diseño. Dior pedía a gritos una lavada de cara. Y así fue.
El Dior de los peplos, cinturas avispadas y faldas evasé estuvo presente pero el podio se lo llevó el minimalismo Simmoniano. Las caderas de curvas profundas y los bustiers en punta contrastaron con los colores flúo y las estampas abstractas de alta calidad. En los vestidos largos, al cuerpo casi sin pinzas visibles, la simpleza del corte es maquillada con algunas piedras bordadas sobre la seda que los sostiene. Solapas gruesas y campanas impolutas se combinan en tailleurs; nuevamente la forma se impone y les gana a la textura y al color. En una colección tan vasta es complicado hablar de qué conjunto sucedió a cuál, lo importante es el conjunto, en este caso un equilibrio absoluto entre la tradición y la innovación.
El mérito de Raf Simmons es haber hecho una linda colección, sino haber hecho de Dior una casa actual y contemporanea sin dejar su fuerte identidad historica y morfologica en el olvido.