20 de agosto de 2012

Ray Petri y el McQueen original



A mi me enseñaron que no se empieza una nota con un "no". Siempre hay que encontrar otra forma de expresar las cosas negativas. Pero a veces el no es necesario: no me gusta la palabra tendencia. Tiene tantos significados como personas hay en el mundo y en general está mal usada. Todo es tendencia; si un blogger lo dice, es tendencia; si algo se repite, es tendencia.
El martes pasado mi amiga Flora compartió un post de The Modistas donde la autora, Marou, proponía el término sport to wear. Me pareció interesante, no decía que esta mezcla de ropa deportiva con prêt-á-porter era una tendencia pero sí lo insinuaba (cada día hay más gente combinando gorras de béisbol con blazers sastreros o tacos con joggings). Hará un año atrás tuve que hacer un trabajo para un curso, una revista, mi editorial funcionaba de manifiesto. Ahí di mi opinión sobre la influencia de las ciudades en el vestir, lo que la escritora llamó sport to wear para mi es estilo urbano y habla de nuestras costumbres y necesidades. La ciudad y el vestir tienen una relación íntima, se interdeterminan: los tacos y el subte no son del todo amigos, los días citadinos son largos y complejos, requieren ropa acorde a la rutina que el contexto impone.
Al margen de mi manifiesto, hace un par de días y casi por casualidad fui al Museo de la Moda de Bath, una ciudad inglesa fundada originalmente por los romanos (es tan chica que yo más que ciudad le diría pueblo). Si bien el museo es bastante chico y su colección me pareció un poco escueta, la segunda sala, ubicada en un sótano con luz blanca y un poco de humedad, es dueña de una muestra temporaria que trata la relación de la moda y el deporte a lo largo de la historia. Además de una campera dorada de Stella McCartney (preciosa), trajes de equitación de principios de siglo, equipos de fútbol actuales y un catsuit futurista de Pam Hogg, había dos paredes dedicadas a la Buffalo Image, imágen y colectivo artístico creados por Ray Petri en la década del 80. Esas dos paredes hicieron valer las £12 que costó la entrada (más que el vestido de Alexander McQueen que encontré al entrar a la tercera sala).


¿Dos paredes con un par de fotos y algunas palabras valen más que un McQueen original? ¿Pero esta chica está loca? No, no estoy loca pero descubrir el trabajo de Petri y sus colegas (fotógrafos, maquilladores, modelos y diseñadores) fue mucho más importante que ver en vivo un vestido que ya vi en libros, videos y sitios web, un vestido que puede ser hermoso y original pero no plantea nada nuevo en el mundo de la Moda. Ray Petri gestó la estética de los 90s y quebró la barrera que separaba la calle de las pasarelas.
La influencia de este controvertido personaje se separa en dos áreas: producción de moda y modelaje. Primero hablemos de los modelos, un tema que para muchos es poco interesante y superficial. El escocés en cuestión abrió las pasarelas y las editoriales a todas las etnias y todos los colores (él descubrió a Naomi Campbell). La elección dependía más de la actitud que del aspecto, de hecho entre su equipo de mannequins había bad boys jamaiquinos y nativos americanos. Entonces esta supuesta tendencia de los modelos reales no es cosa nueva, Yamamoto no fue el primero tampoco lo fue Grupo 134; esto empezó en la década del 80.



Ahora bien: producción de moda, editoriales. Petri era productor cuando todavía no existía esta profesión, fue de los primeros que, en vez de fotografiar la ropa tal cual salía del local, elegían mostrar un look, modificaba las prendas a su gusto para llegar a esa imagen que él buscaba. Quería mangas largas: las cortaba y las volvía a unir con alfileres de gancho para que los puños se vieran por debajo del saco.
En los 80s recién empezaba a surgir el look deportivo como ropa de calle, ahí empezó el jolgorio de las zapatillas (agradezcamosle a los raperos, a los basketbolistas y a adidas), pero esto no quiere decir que el sport se combinase con el prêt-á-porter. Petri metió mano y sus editoriales de The Face empezaron a mostrar hombres con boxers, chalecos sastreros, trench coats y zapatos con medias altas (todo a la vez), gorros de ski con sobretodos, camisas de jean y gemelos, las canilleras se convirtieron en accesorios y lentamente la ropa interior comenzó a ser exterior. Como si haber jugado el papel de licuadora de estilos fuese poco, fue más allá: hombres con pollera. Empezó con un kilt y terminó con una falda larga y blazer de dos botones, sin remera.
Ray Petri murió en el '89 a los 41 años. Su muerte temprana no lo dejó llegar a la fama pero Buffalo, su equipo, su imagen, sentó las bases de los que sería la moda hasta el día de hoy, trascendió la tendencia y llegó a lo que muchos quieren y pocos pueden: el estilo. Por eso el sport to wear habla más de un estilo que de una tendencia, de algo con fecha de vencimiento, porque habla de Ray Petri.








 Neneh Cherry, parte de Buffalo, inmortalizó al grupo dedicandole un tema

14 de agosto de 2012

El espejo y el mundo


Como ya saben acabo de volver de Londres (hola, volví). Viajar es una de las actividades más educativas y constructivas de la vida, hablar en otro idioma es lo de menos: lo que importa es poder percibir las distintas culturas, los diferentes usos, modos, códigos. Considero que donde más aprendí de Moda (con M mayúscula) fue en cada uno de mis viajes. El simple hecho de salir a la calle y ver cómo se viste la gente en cada ciudad me hizo aprender. En Marrakech pude entender el poder de la globalización al ver musulmanas en jeans y velo en el medio de la ciudad vieja o Medina, cuando hacía solo un par de horas había visto por primera vez, en el desierto, a una señorita cuya burka le descubría un único ojo. En Israel pude entender el poder que la guerra y la militarización tienen sobre la gente, alcanzan la estética personal. Esta vez me tocó volver a Londres, una de mis ciudades preferidas, una ciudad que creí no tenía un patrón estético, una ciudad donde la elegancia es casi despreciable, una ciudad donde creía cada uno tiene su estilo y su estilo es personal.
La primera vez que fui a Londres era bastante chica. Fui sola a los 17 años. Era el año de los chalecos de piel de colores (piel sintética por supuesto) sobre camperas jean. Estaba fascinada, miraba para todos lados, la gente se vestía increíblemente bien y no le importaba absolutamente nada. Las pasarelas de Buenos Aires estaban a años luz del subte británico. Yo miraba, miraba vidrieras, miraba museos, miraba a la gente. Una noche en el subte casi vacío, yo y mi nube de fascinación nos quedamos observando las medias a rayas de colores de una chica, la escrutamos durante un rato largo. Cuando llegó mi estación me bajé, la chica también. Ese día aprendí un código y entendí por qué allá se visten así: con cara y actitud de pocos amigos, ella se acercó y me preguntó con un tono que daba bastante miedo "¿Qué me mirás?", me quedé helada. Un mes más tarde volví a Buenos Aires y mi tío me contó que cuando él estaba en Estados Unidos se quedó mirando a una señora, ella, muy prolija y educadamente le dijo "You don't stare at people" (no te quedes mirando fijo a la gente). En Argentina el espejo son los ojos del resto, en otros países el espejo es uno mismo. Por eso allá (casi que) no hay transgresión, porque hay menos reglas.

Les dejo algunas fotos del viaje. Agradecimientos especiales a mi hermana que se lleva la autoría de casi todas.

Escultura de Yayoi Kusama en la vidriera de Louis Vuitton (FYI: Yayoi acaba de hacer una colaboración con LV)













5 de agosto de 2012

Tradición y vanguardia



Parece que para ser blogger hay que usar (no abusar) de la primera persona. Esto no se debe tanto al egocentrismo ni al culto a la persona, sino más bien a que algunas experiencias personales merecen ser contadas. Este es el caso de lo que les voy a comentar hoy.
Hace unos meses me recetaron anteojos para las actividades de enfoque, es decir, para todo: leer, escribir, coser y dibujar, todo. Como buena fanática de los accesorios, me puse feliz y salí en busca del marco de mis sueños. Vintage, nuevo, viejo, color, negro, todas eran opciones, y como caminar es algo que disfruto, pasé por todas las tiendas que encontré. Así fue que descubrí a las chicas de La Fille aux Lunettes, una tienda online (están en Facebook nomás pero también tienen showroom) llena de marcos vintage y sin uso de marcas de primerísima linea, entre ellas Chanel, Marni y Gianfranco Ferré.
Después de la recorrida general, decidí que la relación precio-diseño no era apta para mí, de modo que, sabiendo que en unas semanas me iba de viaje, agarré un marco viejo que tenía en casa y le puse aumento.
En Londres tampoco fue fácil, las megaópticas me dan vértigo estético y las pequeñas tiendas de diseñadores no querían mostrarse. Pero una de esas fantásticas y hermosas casualidades me llevó a la puerta de Oliver Goldsmith, una tienda de familia (aunque su ambientación no lo insinúe) con más de cinco décadas de antigüedad y tres generaciones en su haber.
El local está en una calle tranquila del barrio de Notting Hill. La vidriera no es ostentosa pero sí llamativa. En el interior las paredes están empapeladas con polaroids de gente usando gafas OG, los lentes descansan en una estantería tipo grilla blanca, impecable, cada par en un rectángulo. Me atendió el marido de la dueña, nieta de Oliver, el fundador de la marca, quien además de dejarme poner y sacar modelos de la estantería, empezó a abrir y cerrar cajones con marcos que le parecían me iban a gustar y quedar bien.


El material que más trabajan en el piso de arriba (en unos párrafos les cuento qué pasa abajo) es la pasta, es decir, el típico lente de marco plástico que se usa por estos días. Cuando digo el típico hablo de la materia prima porque sus modelos de clásicos tienen muy poco. Como me dijo quien me atendió, el diseño sale de algun modelo de los 60s al cual se le modifican ciertos detalles para hacerlo más actual, se cambia el color, el corte o el tamaño. Calculo se preguntarán por qué la década del 60: el señor Goldsmith no fue un creador X, hace cincuenta años él tuvo el agrado de cubrir y cuidar los ojos de estrellas de la talla de Audrey Hepburn, Michael Caine y Grace Kelly y, como si fuera poco, diseñó piezas para desfiles de Vidal Sassoon (el peluquero que falleció a comienzos de este año), Givenchy y Dior. Es decir, Mr. Goldsmith era un peso pesado del diseño.

Esta pieza fue diseñada especialmente para un desfile de Vidal Sassoon

Si bien quedé fascinada (al igual que toda mi familia) con las gafas del primer piso, más aún con el detalle de las patillas biseladas, cuando me comentaron que en el piso de abajo estaba la sección bespoke o hecho a medida, aplaudí de la alegría. Con tan solo bajar quince escalones la atmósfera dio un giro de 180 grados. Las polaroids a color de hipsters con bigote se vieron sustituidas por un collage de cientos de fotos de revistas en blanco y negro, donde se veían modelos y artistas usando las gafas de esta tradicional y vanguardista tienda inglesa. Una pared era diferente, una gigantografía de Oliver G. con sus hijos, los tres vestidos de traje blanco con corbata oscura sonreían a la cámara rodeados de sus creaciones; a los lados de esta fotografía había lentes dispuestos uno encima del otro, todos modelos originales de los 60s.



Mientras paseábamos por el subsuelo, nuestro guía nos comentó que algunos de esos marcos sirvieron de modelo para unas gafas que le hicieron especialmente a Lady Gaga, para sorpresa de nadie estos dos modelos irreproducibles fueron hechos a mano, uno estaba bañado en cristales Swarovsky, repito A MANO, y el otro forrado en una seda pintada a mano con aspecto de encaje.
Cuando estaba por subir nuevamente la escalera vimos un maletín de cuero, ahí sucede la magia bespoke. Al abrirlo el lugar pareció convertirse en una clásica sastrería inglesa: color de cristal, con o sin espejado, con o sin degradé, color y motivo del marco, tamaño del tabique (esto implica que el lente calza tan bien como un blazer hecho a medida) y tipo de patillas, todas las opciones para que los anteojos, además de sentar bien, sean realmente personales y casi irrepetibles.



Oliver Goldsmith es una casa con décadas de innovación en su haber, describir su tienda como un lugar de tradición equivaldría a cortarle una pata a una mesa. La creatividad y la irreverencia se juntaron con calidad para hacer de esta casa una tradición inglesa de vanguardia.

22 de julio de 2012

La esencia es la experiencia

Entrar a Internet significa estar dispuesto a vivir experiencias nuevas. Y cuando digo experiencias nuevas no hablo de conocer el amor por primera vez o animarse a abrir nuestra intimidad a desconocidos, este entorno se trata de nuevas experiencias de uso. Internet implica cambiar nuestra forma de comunicar, de adaptarla a cada medio que usemos, es explotar al máximo todas las herramientas que la pantalla, la viralidad y la sociabilidad nos ofrecen. Por eso no entiendo cuando algunas personas buscan pasar los modos 1.0 a 2.0.
Para hacer una revista online no es necesario crear una imagen con páginas de papel virtual que hay que dar vuelta cada vez que se termina un artículo. Tampoco es necesario que un e-commerce use la vidriera como método de ventas. Estoy hablando de mi más reciente descubrimiento (perdón pero a veces llego tarde a las noticias): Imagine Fashion. Esta nuevo y celebrada plataforma virtual no se ocupa de la venta, simplemente muestra la vidriera y redirige al sitio que ofrece el producto. Es una especie de shopping online. Sin embargo, a mi parecer, está mal llevado a cabo: hacer del window shopping una herramienta es retroceder innumerable cantidad de casilleros, la tecnología ofrece mejores opciones, el tema es entender el proceso de compra, entender qué es comprar, qué es lo que gusta de comprar.
Una revista puede ser online, el tema es la calidad y tipo de información, la periodicidad y la calidad de imagen. La revista se hace con textos e imagenes, no con hojas. Lo mismo pasa cuando una persona compra ropa, consume un mundo, una marca, en este proceso la vidriera es un accesorio otra de las formas de persuadir al comprador. Entonces, a la hora de armar una web de ventas de lujo (porque el lujo es la insignia de iF) para evitar reproducir los métodos que ya conocemos la pregunta sería: ¿qué es el lujo en la web? ¿Qué consume nuestra potencial clienta?
Revolucionar la Internet no es digitalizar la realidad. Traducir experiencias de uso es la esencia del asunto.

17 de julio de 2012

Análisis e historia


Hola, Lectores y Lectoras. Hoy les voy a hablar en primera persona, no porque quiera dar una opinión personal ni mucho menos, básicamente les voy a contar una historia personal que, espero, los haga tan felices como a mí.
Para los que no me conozcan del todo me presento un poquito: soy Gaba, una pronta-a-recibirse-Diseñadora de Indumentaria. "¿Pero qué hace escribiendo entonces?", la verdad es que nunca me hice esa pregunta, fue algo bastante natural, en un momento me di cuenta de que me sentía más cómoda con la pluma que con la aguja. No me fue difícil empezar a escribir, lo difícil fue darme cuenta de qué era lo que quería hacer con la escritura: hobby o carrera. Ante esta disyuntiva le di una fría bienvenida a la famosa crisis vocacional.
La crisis es algo que se transita, se vive, viene es para quedarse con nosotros un rato. Las horas de reflexión frente a la computadora y a la máquina de coser se fueron intercalando con cursos. Cursos que dejaron de girar en torno a la costura y el dibujo y empezaron a versar más sobre la historia y el periodismo. Mientras lloraba porque no entendía qué quería hacer de mi vida (cursaba una carrera que me llevaba hasta el hastío a la vez que añoraba sentarme frente al teclado a teorizar), mi profesión se iba cristalizando sola. 
Unos meses, un año después de la primera pregunta noté que mi objetivo era escribir e investigar. En la facultad me encargaba de la redacción y el relevamiento de los trabajos grupales mientras buscaba las materias teóricas con contenidos acordes a mi decisión (que no es tan decisión, es más bien un abrir los ojos).  Pero con "elegir" no hacía mucho. Segunda etapa de la crisis vocacional: quién va a querer a una diseñadora en su medio. Señoras y señores, después de lágrimas, sudor, mails sin responder y mails con respuestas negativas, puedo decir que he conseguido entrar al mundo de los medios. Todo comenzó con un trabajo a distancia para un portal portorriqueño, Ambiente Femenino, hace un par de meses y siguió, muy felizmente, con el comienzo de mi colaboración en La Nación, más precisamente Ohlalá.
Esa es mi noticia feliz. Obviamente no me estoy despidiendo, voy a seguir escribiendo con la misma frecuencia de antes (capaz que me pongo las pilas y posteo un poco más, quién dice).  En breve sabrán más de las aventura de Gaba en los medios. Ante todo, un placer ser leída por todos ustedes.


Para hacer de este post algo un poco más divertido y menos egocéntrico, les dejo dos videos relativamente nuevos (digo relativamente porque en los tiempos de la Internet las cosas son nuevas por un par de horas). Los elegí porque ambos son de productos de belleza y, a su vez, están animados.
El protagonismo de Karl Lagerfeld en el anuncio de su colaboración con Shu Uemura afirma que hoy  la moda es un negocio que gira en torno a las personalidades (atención, no a las personas). El maquillaje no aparece más que ilustrado, insinuado, y como plus está la imagen del Kaiser. El protagonista no es el producto de belleza, lo que importa acá es la identificación de la marca y de la persona, la colaboración se prende como chinche de estas dos y el comercial no se vale de la creación, sino de quién la hizo.

Por otro lado está Guerlain, la publicidad es de un perfume, en este caso está más justificada la animación, serían bastante magos si lograran mostrarnos la esencia del perfume por YouTube. Lo que vemos en este video son dos cosas: primero que nada, la animación está de moda y segundo, el valor del perfume es lo clásico. Si bien no hay atisbos de olores (no imágenes de flores, de frutas ni de especias) sabemos qué esperar: un clásico con pocas sorpresas, dulce probablemente. Sí, en un par de imágenes podemos descifrar (o algo así) el olor de "La Petite Robe Noire": en el video tampoco hay sorpresas, una chica en París se prueba vestidos negros, recorre los lugares turísticos de la Ciudad de las Luces y, obviamente, al final se lleva al chico que le gusta. Elegancia, sensualidad y un poco de perspicacia femenina musicalizada con un tema divertido de Nancy Sinatra. Que los colores sean rosa y negro no es algo casual, más allá del nombre del perfume, el negro es un clásico de la elegancia y el rosa es el color de las chicas, se sabe.


3 de julio de 2012

La excepción a la regla

No estoy a favor de cubrir desfiles a distancia. Criticar una colección interpretando fotogramas me parece poco sincero, engañoso tal vez. Un vestido fotografiado, un meta-vestido, se presta a la confusión. La indumentaria se diseña con  el tacto y el ojo en el detalle, así debe ser apreciada. Todas las elecciones y decisiones tienen peso por sí mismas en el todo, cada costura pesa, cada tela pesa, cada pinza y volado pesan. Por eso decido no reportar desfiles seriamente si no estuve sentada cerca de la pasarela (sí comento entre amigos, por supuesto), por respeto al Diseñador.
Pero el ayer, Lunes 2 de julio, Raf Simmons mostró su primera colección de Alta Costura en Dior y creo que eso sí merece ser contado. Durante la Era Galliano, esta tradicional casa navegó por las aguas del pasado: años rememorando la década del 50, la cintura del 50 con los hombros y las faldas de los 50s, algún textil más actual se mezclaba en algunos casos, en otro la piel salía a la luz, pero lo único que se mostraba era la silueta del 50. La impronta siempre fue la misma. Mil y una veces volvía a pasar lo mismo: lindas piezas pero nada nuevo para decir, la innovación no entraba en el diccionario de John, la nostalgia por un pasado mejor era su insignia.
Después del repentino despido y la crisis por el heredero del trono apareció Raf, el minimalista, quien, al lado de Galliano El Barroco, parecía un espejismo. Tras semejante tropezon dudo que la marca estuviese lista para jugar con fuego y empezar a probar distintos diseñadores en sus más altos cargos. Si eligieron a Simmons es porque sabían que lo necesitaban.  Desde la muerte de McQueen vemos cómo las marcas cambian de creadores como una serpiente muda su piel, esto solo significa una cosa: llegó la nueva era del diseño. Dior pedía a gritos una lavada de cara. Y así fue.
El Dior de los peplos, cinturas avispadas y faldas evasé estuvo presente pero el podio se lo llevó el minimalismo Simmoniano. Las caderas de curvas profundas y los bustiers en punta contrastaron con los colores flúo y las estampas abstractas de alta calidad. En los vestidos largos, al cuerpo casi sin pinzas visibles, la simpleza del corte es maquillada con algunas piedras bordadas sobre la seda que los sostiene. Solapas gruesas y campanas impolutas se combinan en tailleurs; nuevamente la forma se impone y les gana a la textura y al color. En una colección tan vasta es complicado hablar de qué conjunto sucedió a cuál, lo importante es el conjunto, en este caso un equilibrio absoluto entre la tradición y la innovación.
El mérito de Raf Simmons es haber hecho una linda colección, sino haber hecho de Dior una casa actual y contemporanea sin dejar su fuerte identidad historica y morfologica en el olvido.


23 de mayo de 2012

NS/NC

La verdad es que siempre quise hacer de este blog un lugar para la reflexión, un lugar donde poder separar las modas de la Moda, un lugar donde mostrar por qué la Moda es relevante en el día a día y en la historia. Pero a veces se me complica con el tiempo o pasan otras cosas que me impiden sentarme a investigar y luego escribir (no me interesa vender humo).
No, no voy a cerrar el blog. Pero le voy a dar un nuevo rumbo, un rumbo mixto para llamarlo de algún modo.
El tema es que hace mucho tiempo la gente me contacta para saber dónde comprar X cosa o para que les pase mis fuentes, algunos quieren informarse sobre tendencia y, aparentemente, soy su referente. Mi decisión es hacerlo más simple, cada vez que me pregunten dónde comprar un traje o dónde encontrar un vestido de fiesta, los voy a mandar a mi blog. Bajo ningún punto de vista voy a hacer de este espacio una guia de compras, sin embargo los voy a guiar en su proceso de vestido.
Todos saben mi opinión acerca del acto del vestir: el aspecto personal comunica. Cualquier persona que los vea va a leer su ropa antes de escuchar sus opiniones, su forma de razonar, de modo que el estar cómodo, el representarse a través de la tela es de suma importancia. Heme aquí, los voy a ayudar a lograr esto y muchas otras cosas (así de genial me creo aparentemente).
Tampoco se crean que voy a dejar de postear sobre otras cosas, por algo dije que va a ser mixto. Vamos de a poco y la cosa se ira perfilando hacia algún lugar divertido y, por sobre todo, interesante.