27 de junio de 2013

Mi legado para la humanidad

No se que quiere decir viajar mucho. Los únicos que viajan mucho son nómades, los que (casi) no tienen casa y se la pasan jugando al picaflor de ciudad en ciudad. No conozco a ninguno de esos así que para mi no existen (soy, despues existo dijo una vez un amigo). Yo empecé a viajar frecuentemente a los 17, cuando fui por primera vez a Londres. Despues segui subiendo a aviones cada doce o seis meses. Así fue que me hice cada vezmáss amiga de los aeropuertos, de las azafatas y de los códigos de pasajeros.
La cuestión es que estoy llegando a mi decimo aniversario de viajera (algo así como) frecuente, por lo que decidi hacer este post heterodoxo a modo de celebración o de legado. Después de varios años surfeando y jugando picadas en aeropuertos le regalo al mundo lo que aprendí en los lugares tan emocionantemente bizarros que saben ser los aeropuertos.


Mi kit de viaje incluye una mochila grande y una cartera preferentemente chica. Lo divido en dos porque hay cosas que necesito tener a mano, entre ellas: billetera, celular, una lapicera, hidratante para los labios y lápiz labial. Esto es lo que usas en el aeropuerto antes de instalarte a esperar en la sala o en el avión. En la mochila va todo el resto, a saber:
El labial es ESENCIAL. El archienemigo de la cara de muerto vivo te salva en cinco segundos 
Computadora. Sale de casa/hotel con la bateria al 100% y películas cargadas (es mejor prevenir que curar).
Dos libros: una ficción de al menos 300 páginas (o dos de más de 100) y algo más teorico, ensayos por ejemplo. Entre aviones, esperas, trenes, m’as esperas, momentos de descanso en el hotel hay mucho tiempo para ganar, leer es la mejor forma de hacerlo. Mirar la televisión extranjera también suele ser una buena experiencia, puede dejar bastante claros los patrones de consumo de nuestro hogar eventual.
Cargadores del celular y de la computadora con un adaptador múltiple.
Medias de apoyo: no son de repuesto, son de apoyo, el avión puede ser una especie de maqueta de la Antártida, hay que ir preparada. No esta bueno pasar doce a catorce horas sin dormir sintiendo como lentamente se van entumeciendo los músculos de las piernas.
Zapatos de caña baja y cómodos: los aeropuertos suelen ser bastante grandes, a veces hay que cambiar de terminal, subir y bajar escaleras y, si te estas por perder una combinación, vas a tener que correr. Por esto el calzado tiene que ser CÓMODO. El alto de la caña es por la seguridad dentro del aeropuerto, si bien en Estados Unidos te tenes que sacar los zapatos sí o sí, en algunos países europeos (España por ejemplo) si se te ven los tobillos, podés seguir sin problema. Si van a EUA, no queda más que desnudar los pies, por eso, el calzado tiene que ponerse y sacarse muy fácilmente (las colas son largas, nadie quiere perderse un vuelo y los aeropuertos son los templos del stress, simplifiquense la vida). Mi recomendación: zapatos con cierre o hebilla (UNA hebilla, no más) o zapatillas siempre low que no requieran diez días para separar y juntar los cordones. Además a mi me gusta descalzarme en el avión y es un bajon tener que estar dos horas para calzarte cada vez que queres ir al baño.
Abrigo: obviamente el plan a seguir se llama cebolla. Remera de manga corta, sweater finito, hoodie (esencial, aca coincido con Ana Torrejon, sin capucha no se viaja), bufanda o pañuelo de algún tipo y tapado o campera. Alguna de las capas puede terminar jugando el papel de frazada (si no es suficiente vale pedir una manta extra, la de primera es más gruesita y suave).
Cepillo de dientes (no hace falta dar explicaciones)
Mis zapatos de viaje


Ahora vamos a algunos temas de conducta.
A diferencia de lo que piensa uno de mis ídolos personales, Anthony Bourdain, siempre como en el avion y me encanta la comida de avión. Sí, siempre tiene el mismo gusto (nunca voy a saber qué tiene de Strogonoff ese bendito lomo), pero más que el ruido de las turbinas o la sensacion de despegarse del suelo, esas monotonia gustativa es, para mi, el gusto a viaje. Abrir la bandejita y comer esa masa incomprensible es claramente el comienzo de una nueva aventura.
Como me encanta viajar, me encanta aprender y conocer nuevas culturas; son cosas que vienen juntas, es un combo. Por eso estoy en total desacuerdo con Ana Torrejon cuando dice que en el avión no se habla. Dedicarle alguna conversación a los vecinos es fantástico y uno puede llegar a conocer detalles que si no, no tendría oportunidad de ver. Lo que sí, hay que saber entender cuándo el otro no quiere que la relación progrese
Una vez en destino, olvidense del asquito, sepan que la comida de hotel internacional es una grasada (sólo se acepta si la vista es óptima o si tuvieron una descompostura extrema y el estómago pide recreo) y conocer una cultura es comer sus productos originales. Ya lo dijo Anthony.
Se come en la calle. No hay peros, se hace y punto. Traten de asegurarse de la vigencia de aquello que hayan elegido engullir.
Durante las semanas de viaje van a creer en dios y dios se va a llamar TripAdvisor. Sticker de TripAdvisor es sello de calidad.
Nunca piensen en pesos. Apenas pisan suelo extranjero, empiezan a pensar en moneda extranjera.
Sleeping late is for pussys. Van a tener tiempo para dormir cuando vuelvan, no pierdan tiempo durmiendo.
En Amazon los libros son más baratos y no te suben el peso de la valija (pero es mAs canchero decir que lo compraste en la Tate, lo se).
Carilinas a todos lados.
Aunque no la entiendan, hojeen la prensa nacional (es bastante divertido).
Si ven una horda de lugareños yendo a un lugar, la siguen.
Hablen con cualquiera y sean desconfiados.