6 de marzo de 2013

La unión hace la fuerza reloaded


Si alguien me hubiera dicho que un mensaje del tipo gaba-llamame-urgente terminaría en una excelente mañana, no le creía. No había pasado más de un minuto desde que lei el mensaje y yo ya estaba contando los tonos con la oreja pegada al celular, cuando un par de segundos más tarde me atendió la voz de Claudio Davio (gran amigo, gran diseñador y gran gran seguidor) prendí las antenas y abandoné la cena a medio comer en la cocina. La propuesta era estar a las 10.30 am del día siguiente en el CMD para ver la colección de Laboratorio T.
Calculo que muchos saben de qué se trata este proyecto pero muchos más se deben estar preguntando por qué a mí habría de interesarme un laboratorio. Pues, señores, acá no hay probetas ni soluciones ácidas, menos aún compuestos básicos. Laboratorio T es un proyecto organizado por la Red de Amigos del CMD, una especie de tutoría dirigida por Mariano Toledo (el que aportó la T mayúscula) donde seis diseñadores crean una colección colectiva. Claudio es uno de los integrantes de esta populosa media docena de creativos.
Me interesa destacar el tema de colección colectiva. En estos cuatro meses Aaron Nachtailer, Guadalupe Malter Terrada, Victoria Díaz Abal, Gimena Figueroa, Debora Eunice Hanko y Davio trabajaron a la par en un mismo concepto. No hubo líderes, el proyecto se encaró desde la paridad, aún cuando la selección de los participantes se basó en elegir a un especialista de cada rubro (jeanería, estampas, moldería, etc.) la linea horizontal que los unía se mantuvo constante. Los motores fueron la cooperación y la autonomía, poco tiene que ver esto con el clásico trabajo que se desarrolla en una marca donde cada uno hace su trabajo desde su estación. En el Laboratorio T las ideas se comparten y las prendas son de todos. Esto puede generar choques, pero más que nada conlleva aprendizaje, como dicen Los Seis.
La pluralidad de puntos de vista es innegable, sin embargo al apreciar la colección el ojo distingue una única estética. Sentados alrededor de una mesa con percheros y maniquíes de fondo, los creativos comentan que el punto de partida para las tres lineas fue la arquitectura, con el brasilero Oscar Niemeyer y el argentino Clorindo Testa como guías fundamentales. Su objetivo era comprender, adoptar y adaptar la metodología de trabajo de estos profesionales en la década del 60. Ayudados por una charla con el arquitecto nacional lograron un riquísimo trabajo estructural que habla de rigidez y monumentalismo. 
La imagen de una mujer africana surge como fuente de contrastes. Así se genera un diálogo entre dos polos de inspiración que surgen en la confluencia de seis mentes. La variedad de formas y materiales (el 80% de aquellos es de origen nacional), colores y texturas se funden para llegar a un resultado actual y urbano. "Buscamos el equilibrio entre la prenda deseable y la prenda usable" dice Edu de Crisci, ex asistente de Toledo y actual nexo entre el diseñador senior y los jóvenes aprendices. Lo lograron: si bien la originalidad es lo que prima, una mujer vestida en esta colección es más que imaginable, es una estética que se cristaliza en las calles de cualquier ciudad del mundo.
La calidad es otro punto a destacar y esta no se manifiesta solo en el diseño, las terminaciones son impecables al igual que las materias primas (toqué y miré todo, por adentro y por fuera). El hecho de presentar un total look también habla de esta ambición perfeccionista: desde los pies hasta la cabeza las modelos vestirán productos realizados exclusivamente para el desfile. Esto último se da en un marco de cooperación entre el grupo T y varias incubadoras del CMD (boo, Palo Alto, Mucha Estampa).
Hace poco más de un año les hablé de Proyecto Cuadrilla titulando el post La unión hace la fuerza, hoy más que nunca repito el dicho. Después de una generación de personalidades e individualidades, lo nuevo viene a cachetearnos en envase grande y popular.


El desfile es mañana (7 de marzo) a las 20 en Zapiola 50 (esquina Dorrego). Es una actividad libre y gratuita así que solo hace falta cruzar la puerta para ver todo lo que les acabo de contar.

4 de marzo de 2013

El mundo contra la BAF

La colección de Pablo Ramírez para Muaa además de ser comercial fue original dentro del contexto y linda (no subestimemos el papel de lo bello)
A la gente le gusta quejarse de la Buenos Aires Fashion Week. Está desorganizada, los stands son un espanto, está llena de gente y todos se sobre producen son los motivos más frecuentes, pero el preferido es que las marcas son muy comerciales y no hay diseño.
El problema de la BAF no son las marcas extremadamente comerciales, a decir verdad, el nombre del evento es el padre del enojo, el hecho de estar relacionado con las grandes Semanas de la Moda pero no ofrecer diseño y originalidad real (en su gran mayoría, no me malinterpreten). Nos sentimos engañados pero la realidad es que en ningún momento nos dijeron que nuestra Fashion Week sería como la de Londres o la de París.
La BAFWeek es el máximo exponente de la democratización de la Moda: entrada paga no excluyente, desfiles que todos podemos entender, colecciones que pueden ser vistas en la calle tranquilamente y, desde hace unos pocos años, posibilidad de hacer un desfile sin tener que pagar.
Si bien me encantaría que la BAF sea más interesante para la gente de la moda, me parece interesante también poder incluir a (casi) todos en este círculo tan exclusivo como excluyente. Las personas que se sentaron en las gradas tuvieron la oportunidad de ver un desfile de diseñadores argentinos (si bien hubo marcas comerciales, todos los días hubo al menos un diseñador “independiente”), esto no pasa en el exterior, del otro lado del Atlántico, por ejemplo, el ingreso a estos eventos es con invitación. Si bien muchos no van a poder comprar las colecciones que vistieron los modelos, tuvieron la oportunidad de verlas, estuvieron un paso más cercanos al show business de la moda. Tengamos en cuenta que la moda es cultura. El hecho de permitir que cualquier ser vivo (siempre y cuando camine sobre dos patas y tenga el torso cubierto) entre en este círculo extra excluyente es una forma de impartir cultura y eso más que criticado debería ser celebrado.
Los diseñadores no quieren ir a la BAF porque se volvió comercial, la realidad es que se volvió democrática. Las semanas de la moda son comerciales por definición, no son la presentación de una colección, son oportunidades de venta. Son el momento en el que los buyers eligen qué comprar para vender en sus locales o que las clientas deciden qué guardar en sus armarios.
En vez de enojarnos con la Fashion Week deberíamos poner en cuestión el nombre del evento o alejarnos de los preconceptos y mirar las cosas desde otro lugar, uno más objetivo. Esta es la única forma de desmitificar el nombre de la moda.


Foto por Maren Henke para Lupa